La Filmoteca del Terrario

lunes, 12 de septiembre de 2011

LA SEMANA MÁS LARGA (5-11/9)


FLIPADO SOBRE RUEDAS (Hot Rod, Akiva Schaffer, 2007) debut en el cine de la estrella de videos humorísticos interneteros que llamaron la atención del Saturday Night Live Adam Samberg y fracaso absoluto en su estreno, frustrando así una posible carrera cinematográfica. Entre los films de Buster Keaton y Jackass, esta historia de chaval empeñado en ser especialista en acrobacias peligrosas con la moto y que necesita 50.000 $ para pagar una operación de corazón a su padrastro y así poder vencerle en una pelea para conseguir su respeto. Sus amigos y el objeto de sus deseos (Isla Fisher) le intentarán ayudar, con mamá (Sissy Spacek) deambulando por ahí y manteniendo oculto el secreto de su padre, en teoría muerto al intentar hacer una acrobacia fallida. La calidad de los gags va variando y la inevitable moralina y "ternura" acaba apareciendo, pero momentos antológicos como el bailecito Footloosero y posterior caída inacabable por la montaña o el protagonista y amigos liderando una marcha de un grupo de habitantes del pueblo donde viven al ritmo de The Voice de John Farham que acaba como el rosario de la aurora acaban declinando la balanza a su favor. 80 minutos con profusión de temas de los 70 y 80 (sobre todo de los Europe de Joey Tempest) para un guión escrito por una de las cabezas pensantes de South Park (Pam Brady) que debía protagonizar en un principio Will Ferrell, experto en interpretar lo que por aquellos lares llaman Man-Childs.


ADIÓS SABATA (Indio Black, sai che ti dico: Sei un gran figlio di..., Gianfranco Parolini, 1971) Segunda parte, aunque solo en nombre, de la trilogía de Sabata, aunque con Yul Brynner sustituyendo a Lee Van Cleef. Originalmente se iba a llamar Indio Black como ven en este poster primerizo, pero se cree que por razones comerciales el director Giafranco Parolini (con el pseudónimo Frank Kramer) decidió rebautizar al personaje como Sabata. El calvo protagonista se va a por oro para ayudar a la revolución mexicana rodeado de una troupe donde caben un ladrón (interpretado por Dean Reed, el Elvis Rojo y “vida ejemplar” de aúpa cuyo mayor recurso interpretativo consiste en mostrar su “sonrisa Profidén”), Septiembre (Sal Borgese), que tira balas con el pie cual David Barral y Gitano (Joseph P. Persaud), que baila el “flamenco de la muerte” antes de que el líder Escudo (Ignazio Spalla) se cargue a alguien. Las escenas de acción son dinámicas y bien orquestadas por un Parolini que se lo pasó bomba rodándolas, amén de contar con una dirección dinámica en sus momentos más entusiastas (ojo al determinado momento en que la cámara empieza a dar vueltas como una lavadora), pero la historia en líneas generales es sosa y el interés decae mucho cuando no hay tiros y gente cayendo desde las alturas. Producción del prestigioso Alberto Grimaldi, música de Bruno Nicolai y homenaje inevitable a Leone con el plano final de uno de los personajes gritando “eres un hijo de…”.

GIVE'EM HELL MALONE (Russell Mulcahy, 2009) Homenaje al cine noir y las novelas pulp de los años 40 con las miras también puestas en Sin City dirigido por el director de la mejor película de jabalíes gigantes asesinos de la historia del cine (Razorback), Russell Mulcahy, sin su querido Christopher Lambert en el reparto pero con el hermano gemelo de éste, Thomas Jane. Tras empezar con un tiroteo espectacular y poco recomendable para quienes se mareen con la sangre, uno empieza a hacerse ilusiones con la cinta pero a partir de ahí comienza la cuesta abajo en interés, personajes y buenos momentos. Se salvan un Jane acertado y voluntarioso como tipo duro, el siempre estupendo Ving Rhames como mala bestia, los villanos Matchstick (Doug Hutchinsom) y Mauler (Chris Yen), pirómano “quemado” y prostituta que secciona miembros viriles con una cuchilla mientras realiza un blow job (¡ouch!) respectivamente y el gore de la acción, atípico de un directo a DVD de estas características. Mulcahy de paso homenajea a La Dama de Shanghai con la escena de los espejos como ya hiciera en su reivindicable La Sombra, otro homenaje a tiempos y géneros lejanos en el tiempo que, con sus carencias, era infinitamente superior a esta película. Qué lejos empiezan a quedar los tiempos no ya de Razorback y Highlander, sino de Ricochet y, sí, Resurrección.


YO SOY LA REVOLUCIÓN (El Chuncho, Quien Sabe?, Damiano Damiani, 1966) Un spaghetti western de izquierdas ambientado en la revolución mexicana. El comunista Damiano Damiani la dirigió y el guionista de La Batalla de Argel y Queimada Franco Solinas escribió la historia de un misterioso yanki (Lou Castel) que se une a una banda de revolucionarios liderada por Chuncho (Gian María Volonté) que se dedican a robar armas para la causa. El mensaje no llega mediante discursos plomizos, sino con tiros y explosiones bien rodados con un Volonté pasándoselo en grande, Martine Bestwick como la única fémina del gang y el gran Klaus Kinski como el hermano religioso de éste repartiendo “bendiciones” a granadazos y robando todas las escenas en las que sale, menos de las deseables (aunque me imagino por qué). Posible subtexto homosexual en la relación entre Chuncho y el yanki, banda sonora de Luis Enrique Bacalov supervisada por Morricone y una de las mejores frases finales de la historia del género: ¡No compres pan con ese dinero, hombre! ¡Compra dinamita!.


DESBOCADO (Rampage, William Friedkin, 1987) Probablemente el título más olvidado de su director, con continuos enfrentamientos entre William Friedkin y Dino de Laurentiis durante el rodaje ("Era un hombre muy arrogante y a mi la arrogancia no me gusta", Dino dixit) y con problemas de distribución en USA debido a la bancarrota del productor. Tardó cinco años en estrenarse, bajo la bandera de Miramax y con escenas adicionales y un nuevo final por deseo del director. Inspirándose en las tristes “hazañas” del “vampiro de Sacramento” Richard Chase, Friedkin divide la cinta en dos partes diferenciadas: La primera mitad está dedicada a los asesinatos y detención de Charles Reece (Alex McArthur), que mutila salvajemente a sus víctimas para después beber su sangre; la segunda mitad es puro cine de juicios, donde se debate si Reece está mentalmente sano para poder aplicarle la pena de muerte. Lo mejor de la cinta está concentrado en la primera mitad, con la imaginería de Friedkin para crear imágenes potentes funcionando a pleno rendimiento (las secuencias oníricas de Reece ensangrentado delante del tigre enjaulado, la entrada a la guarida de Reece con flashes de luces e imágenes macabras de miembros amputados y banderas nazis). La parte de juicios, aunque verdadero motor de la película, resulta más rutinariamente rodada exceptuando el “momento reloj” (y hasta ahí puedo contar). Buen reparto, con McArthur creíble como asesino que pasa perfectamente como persona normal y un excelente Michael Biehn como fiscal “con pasado” inicialmente contrario a la pena de muerte que va cambiando sus creencias a medida que transcurre el metraje. Nada es fácil en el mundo de Friedkin y este film no es la excepción: Abstenerse “nengs”, espectadores pasivos que lo quieran todo masticado y “señoras que” fácilmente impresionables con el gore. Música de Ennio Morricone y agradecida presencia de Deborah Van Valkenburgh, la chica de The Warriors, como esposa de Biehn.


PAULA-PAULA (Jesús Franco, 2010) Más que “una experiencia audiovisual”, una soberana paliza rodada en un par de habitaciones con el equipo técnico mínimo, dos actrices lesbianas (Carmen Montes y Paula Davis), un mirón que pasa por allí y una breve aparición de Lina Romay e inspirada en Jekyll y Hyde (o así) y en la magistral música jazz que los herederos de Friederich Gulda cedieron a Jess Franco. Jugando con la iluminación, efectos de cámara, imágenes distorsionadas y demás, lo mejor que se puede decir es que la banda sonora es una delicia (ojalá se edite en CD). El resto resulta un aburrido show lésbico que pone a prueba a los franquianos más curtidos en mil batallas y que tiene con su momento culmen en un polvo al ralentí de unos 20 minutos de duración. La culminación de Jess Franco de poder hacer un cine libre de ataduras. Para valientes. Y por una parte comprendo a los que la defienden.


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