La Filmoteca del Terrario

viernes, 30 de diciembre de 2011

"LA PUERTA DEL CIELO": The good gone days



Esta reseña contiene spoilers.

La Puerta del Cielo es la historia de un amanecer y una puesta de Sol. Concretamente, el periodo de tiempo que transcurre entre que Jim Averill (Kris Kristofferson) se gradúa en Harvard hasta su soledad en un yate. Las ilusiones de juventud, de amor y de fe en un país hechas añicos a tiros y explosiones. “Recuerdas los buenos tiempos?”, le pregunta su viejo amigo y bufón alcoholizado William Irvine (John Hurt). “Más claro y mejor, conforme voy haciéndome viejo”, le contesta Averill. Es en esos viejos y buenos tiempos donde cruzaba miradas cómplices con una hermosa chica (Rosie Vela), símbolo perfecto del sueño americano en general y de sus ilusiones en particular que en principio no parece relevante en la historia. Donde escuchaba los discursos bienintencionados del Reverendo Doctor (Joseph Cotten) sobre cómo la juventud (mejor dicho, los nuevos aristócratas de Estados Unidos) podía, con su influencia, ejercer la educación de una nación. Si hasta los compañeros del Reverendo emiten bostezos maldisimulados al oír sus palabras, imaginen lo que pensarán sus alumnos. Es mucho mejor bailar al son del “Danubio Azul” de Strauss con chicas guapas, y si es con la chica de la que te has enamorado, mucho mejor. Todo esto lo vemos en unas escenas donde la prodigiosa cámara de Vilmos Zsigmond va acompañando a las parejas de baile con gracilidad y energía. Tras una metafórica pelea entre estudiantes para conseguir una corona de flores en lo alto de un árbol y en donde se dan puñetazos y agarrones para conseguirla, toca cantar a las chicas con la única iluminación nocturna de las velas. “Tres hurras por nuestra querida patria”. Cimino, como con El Cazador (The Deer Hunter, 1978) en ese celebrado momento en el que se produce un corte de montaje que nos lleva del bar de los amigos a Vietnam, nos lleva del Este al Oeste 20 años después, en 1890, donde los inmigrantes europeos habitan en esa “Heaven’s Gate” llamada América.

A partir de ahí y hasta casi la segunda hora de metraje, tenemos tiempo de sobra para ir conociendo a los personajes, el paisaje, la trama de la Asociación de Ganaderos liderada por Frank Canton (Sam Waterston) para quedarse con las tierras de los inmigrantes acusándoles de anarquistas y ladrones, contratando un grupo de mercenarios para liquidarlos lista negra mediante y contando con la aprobación de los poderes fácticos, presidente de los Estados Unidos incluido. Para ir abriendo boca, la soberbia presentación de Nate Champion (Christopher Walken comenzando a interpretar a tipos turbios, aunque éste tenga su corazoncito), asesino a sueldo de la Asociación. Un inmigrante preparando la carne con sábanas rodeándolo. Vamos viendo poco la poco la sombra de Walken y el pobre inmigrante preguntando quién es. No hay respuesta. Vemos la silueta de Walken manejando un rifle…que va apuntando al inmigrante. “A la pieza hay que cobrarla de un solo disparo”, que diría Michael Vronsky. Un disparo, la ya viuda del inmigrante gritando como una posesa y vemos a Walken alejándose mediante el boquete que dejó en la sábana.


Ya en Casper, Wyoming, nos encontramos en una ciudad del Oeste. Literalmente. Cientos de caballos, extras, transeúntes, etc. mucho antes de ordenadores y CGI, dando la impresión de que “nos encontramos allí”, gracias en parte al perfeccionismo de Cimino y en parte al magnífico hacer del equipo técnico. Tras el triste reencuentro del sheriff Averill con su compañero de juventud y chistes y ahora acabado Irvine, los recuerdos sobre “los viejos buenos tiempos”, conocer los planes de la asociación y poner firme a Canton hostiazo mediante, toca intentar relajarse antes del estallido de la tragedia. Mientras bebe, John L. Bridges (Jeff Bridges encarnando a un antepasado real suyo) le suelta una frase demoledora: “Es peligroso ser pobre en este país”. Antes de que los inmigrantes conozcan lo que les espera, que se diviertan por un día. Averill va a ver a su amorcillo, Ella Watson (una Isabelle Huppert más hermosa que nunca y de cuerpo presente en todos los aspectos), una madame francesa que regenta su burdel cobrando en metálico o con ganado. Entre pasteles hechos con más voluntad que acierto y regalos de calesas, llegan los instantes más felices de la película. Viaje al poblado para que todo el pueblo la vea, un baño a la luz del sol y el gran baile sobre patines. Posiblemente lo más celebrado de la película, con una partitura contagiosa de David Mansfield (el violinista cejijunto) y casi todo el poblado bailando con alegría (¿Por qué Cimino no se animó a rodar un musical, si muchos de los mejores momentos de sus películas vienen de los bailoteos?). Más pobre que 20 años ha en Harvard, pero mucho más animado. Averill y Ella quedan solos y la banda toca para ellos un hermoso vals con la cámara de Cimino acompañando a la pareja.


Pero descubrimos que Ella también tiene un amante. Nate Champion. Averill y Nate no tardan en pelearse y Ella decide quedarse con Nate. “Tú me compras cosas, él me ha pedido que me case”. Si Averill no la ha pedido en matrimonio, es porque quizás tiene a alguien esperándola en el Este. Llegan los mercenarios de la Asociación. A partir de ahí, comienza la escabechina con el jefe de estación Curly (Richard Masur) como primera víctima. Averill informa a los inmigrantes de los planes de la Asociación y procede a leer los 125 nombres de la lista negra. Entre los nombres de esa lista está el del Ella. Casi todo el poblado en lo que parece ser un exterminio en toda regla. Ella es violada por tres mercenarios que se han cargado a las chicas del burdel en una escena incómoda como lo eran las partidas de ruleta rusa de El Cazador y es salvada a tiro limpio por Averill, que abate a dos de ellos. El tercero escapa, pero es rematado por un cabreado Champion, que renuncia a la Asociación. Será su sentencia para él y para su amigo Nick Ray (Mickey Rourke, descubierto para el cine por Cimino en un papel de nombre de homenaje claro), freídos a balazos los dos en una escalofriante ensalada de tiros, no sin que antes Champion deje una nota de despedida a Jim Averill y Ella.






El poblado se rebela contra su alcalde (Paul Koslo), quien antes decide retirar sus honores al sheriff Averill y va a enfrentarse a la Asociación en una batalla condenada de antemano. La batalla final es un puro caos de polvo, humo, muertos, caballos y carruajes que caen. Averill llega tras vacilar mucho y pensar si marchar de la zona para luchar con la gente a la que debe proteger. Canton huye para avisar al Séptimo de Caballería. Averill adopta una estrategia de los Romanos con barricadas hechas de madera y con ruedas. Muchísimas explosiones. Llega el Séptimo de Caballería justo a tiempo para rescatar a los de la Asociación. El Danubio Azul que 20 años antes sonaba con toda la fanfarria de una orquesta ahora es el lamento de una guitarra mientras vemos el suelo lleno de cadáveres de los inmigrantes con John Bridges lamentándose y asistiendo impotente al suicidio (muy realista) pistola en boca mediante de una inmigrante destrozada al tiempo que Averill se aleja solitario de la zona. Sopla el viento arrastrando polvo, como si quisiera borrar de los libros de historia la escabechina.


Averill se dispone a marchar con Ella con la ayuda de Bridges. Inesperadamente y con el sonido a todo volumen, una lluvia de disparos abate a Ella y John, pero Averill consigue acabar con Canton y sus secuaces menos a uno que huye a caballo. Un desconsolado Jim llora con el cadáver ensangrentado de Ella en sus brazos, recordando a Michael y Nick al final de El Cazador. 13 años después en Newport nos encontramos con un avejentado Averill en su yate y con la chica del comienzo de Harvard, ahora una sombra de sí misma. El símbolo perfecto de las ilusiones de juventud hecho trizas. La “mujer de Averill” le pide un cigarrillo, que Averill le da con parsimonia. Averill abandona el salón del barco para contemplar la puesta de Sol. Fundido en negro. Créditos.


Así es La Puerta del Cielo en su versión de 214 minutos (lástima que en España esté sólo comercializado el re-montaje de 143 minutos). Cuando acaba la película, el espectador tiene la impresión de que realmente ha estado en el Wyoming de 1890. A esta impresión contribuye la labor sobre todo de un Vilmos Zsigmond inspirado en fotografías de la época con un gran trabajo de iluminación utilizando un tono amarillento para los exteriores soleados y la luz de las lamparillas antiguas en las escenas en interiores nocturnos. Todo el dinero que se gastó se invirtió en el aspecto artístico, donde brillan vestuario y decorados ultrarrealistas y hechos con un perfeccionismo a lo Kubrick que sería lo que condenaría finalmente a un Michael Cimino sobrado en entusiasmo, megalomanía y ambiciones que ahogan la narrativa y usa mucho metraje para contar lo que puede resumirse en 100 minutos. Pero cómo rueda todo: Con unos movimientos de cámara con grúa aún hoy impresionantes para los momentos épicos y bebiendo de fuentes diversas como Kurosawa o Eisenstein (la madre con el niño en brazos Potmekiniana en plena batalla) para las escenas de batalla, Visconti (No es de extrañar que en su lista de autores predilectos siempre mencione su nombre) para ilustrar la decadencia y lujo de los ricos de América o John Ford y los viejos maestros para mostrar la belleza de los paisajes de Wyoming (aunque se rodó en Montana)


La segunda parte de una trilogía sobre América y la inmigración situada entre El Cazador y Manhattan Sur (Year of the Dragon, 1985), repleta de estallidos de violencia brutal, composiciones preciosistas en scope, ambigüedad en el comportamiento de sus personajes, un reparto de lujo donde brilla con luz propia una Huppert que rara vez estuvo más hermosa y una banda sonora a recuperar de David Mansfield con instrumentos de la época que poco a poco va recuperando prestigio después de ser masacrada por la crítica y público norteamericano de la época, unos posiblemente por ojeriza a Cimino y los otros por esperarse encontrar con David Lean en el oeste o bien un carrusel de tiroteos y escenas espectaculares. Un producto de los 70 estrenado justo cuando Reagan comenzaba su mandato. Al mismo tiempo, el auge y caída del “Nuevo Hollywood” de la generación de los 70. 


miércoles, 28 de diciembre de 2011

"LA MATANZA DE TEXAS" para Ultramundo

Con esta reseña de este clásico del terror setentero culmina mi aportación a este especial "slasher". En la foto, un Tobe Hooper relajándose en el "divertido" rodaje de la película.

Trate de arrancarla (la sierra) AQUÍ.

viernes, 23 de diciembre de 2011

"PESADILLA EN ELM STREET 5" para Ultramundo

Esta vez toca repartir palos para una de las peores secuelas de la saga. Alguna que otra virtud tiene, pero no bastan para dar el aprobado. El personaje estaba muy quemado.

Razones aquí.

lunes, 19 de diciembre de 2011

"PESADILLA EN ELM STREET 4" para Ultramundo

O de cómo una saga se fue al garete por culpa de los mandamases de la New Line Cinema, a saber: Robert Shaye y Rachel Talalay. Eso sí, el que mantiene la película despierta es el entrañable Renny Harlin, señor al que siempre tuve un cariño especial por ser ésta una de las películas que más me impactó de crío. Lo malo de ir madurando a base de ver cine es que uno va siendo más consciente de los fallos de las películas al tiempo que se es más puntilloso a la hora de reseñarlas.

Una reseña con garra AQUÍ. De propina, los Fat Boys cantando el rap de Freddy. Señal evidente de que el personaje empezaba a ser objeto de cachondeo más que de miedo.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

"HELLRAISER" para Ultramundo





Si no actualizo apenas el blog no es por vagancia ni mucho menos, sino porque mis obligaciones me impiden tener tiempo para postear con más regularidad. Eso sí, les doy buena noticia: A mediados de la semana que viene tendré vacaciones y más tiempo libre para comentar películas por aquí. Y, por qué no, retomar la sección de "La Semana más Larga" que quedó en interrupción debido justamente a estas obligaciones. Cosas de volver a los libros, aunque uno no pare de ver cine y andar por el Facebook del blog.

Continuando el especial "slasher", un título justamente mítico por el que la dueña de mi videoclub habitual ya extinto me preguntó por tres veces si estaba seguro de que me la quería llevar. Alquilar esta película en VHS en mi niñez es lo que tuvo.

Para leer la reseña, pinche (Je. Je. Je.) AQUÍ

lunes, 5 de diciembre de 2011

"PSICOSIS III" para Ultramundo

Continuando el especial "slasher", aquí tienen mi nueva reseña. Aunque pongo en duda su tagline, tiene su encanto. Nunca olvidaré el mal rollo que me daba la carátula del VHS de crío en el videoclub.

Para entrar y dejar parte de la felicidad que llevan consigo en el Motel Bates, hagan clic aquí.

martes, 29 de noviembre de 2011

"SCREAM 4" para Ultramundo.






Mi nueva colaboración con Ultramundo es la primera de cuatro reseñas que corren por mi cuenta dedicadas al género slasher en un mes dedicado al terror en sus formas más variadas. Huelga decir que es un especial terrorífico con pesos pesados firmándolo que yo que ustedes no me perdería. De momento empiezo por la cuarta (y pinta que última) entrega de las andanzas de Ghostface, explicando un poquito por qué se resucitó la saga cuando en teoría debería haber sido trilogía para a continuación contar si merece o no la pena el retorno de Craven/Williamson a Woodsboro.

Para saberlo, tan simple como hacer clic AQUÍ.

jueves, 17 de noviembre de 2011

"VIDOCQ" para Ultramundo






Si en mis dos anteriores colaboraciones para Ultramundo hablé de dos buenas películas, esta vez es el turno de un bodrio desaprovechado. Qué desperdicio, salvo el cuerpo serrano de Doña Inés.

Pueden leer el porqué considero que esta película es mala aquí.

sábado, 5 de noviembre de 2011

"RISKY BUSINESS": Aprende algo


Paul Brickman era un guionista oriundo de Chicago que deseaba dar el salto a la dirección. Entre sus créditos como guionista figuraban películas como The Bad News Bears in Breaking Training y Handle With Care, ambas de 1977 y acababa de salir de una buena pelea con William Friedkin después de que el director cambiase de arriba abajo su guión El Contrato del Siglo (Deal of the Century, 1983) con la ayuda de un Robert Towne no acreditado. El muy mediocre resultado de la cinta de Friedkin dejó desanimado a Brickman, que acababa de firmar un guión sobre un joven estudiante que queda solo en casa mientras sus padres se van de vacaciones y que por vicisitudes varias acaba montando un burdel en su casa. Ninguna productora quiso el guión, pero el avispado magnate musical David Geffen olió que el guión podría ser la primera película que pondría en marcha su recién creada Geffen Pictures, que dependía de Warner Bros. Aceptó el guión y Brickman y su socio Jon Avnet empezaron a trabajar en Risky Business.







El casting dio muchos quebraderos de cabeza a Brickman y Avnet. Se hicieron pruebas a unos jovencísimos Tom Hanks y Nicolas Cage para el papel de Joel Goodson, pero la primera oferta en firme que hicieron a un actor fue a Timothy Hutton, quien rechazó el guión. Finalmente el elegido fue Tom Cruise, quien acababa de hacer papeles secundarios en T.A.P.S, Más allá del Honor (T.A.P.S., Harold Becker, 1983) y Rebeldes (The Outsiders, Francis Ford Coppola, 1983) y que venía de protagonizar Ir a Perderlo y Perderse (Losin' It, Curtis Hanson, 1982). Para el papel de la prostituta Lana se contactó con Kim Basinger, pero dio calabazas a Brickman. Años después, la rubia sex-symbol se arrepentiría de su decisión. El propio Tom Cruise durante el rodaje de Rebeldes intentó que Diane Lane hicera una prueba, pero los padres de la actriz se negaron a que su hija interpretase a una "puta de veintitantos años". La elegida al final fue la desconocida Rebecca De Mornay, figurante en Corazonada (One From The Heart, Francis Ford Coppola, 1982) y que hacía su debut en esta película. El resto del reparto fue completado por el posteriormente famoso Joe Pantoliano como el chulo Guido, Bronson Pinchot como el amigo de Joel Barry, Curtis Armstrong como su otro amiguete Miles o Richard Masur como el entrevistador.





Una vez comenzado el rodaje, las anécdotas más jugosas vinieron cortesía de Tom Cruise. El futuro cienciólogo tuvo que adelgazar varios kilos para después comer alimentos grasientos y así tener un look de adolescente más convincente. Para la famosa escena del baile en calzoncillos, el guión simplemente señalaba que "Joel baila al ritmo de Old Time Rock n' Roll de Bob Seger". Brickman le dio libertad absoluta para hacer el baile como quisiera. Afirmaba Bronson Pinchot muchos años después que el actor, sin que viniera a cuento, hacía declaraciones y frases homófobas del tipo "Hace un buen día, me alegro de que no haya gays por aquí" o "En caso de que no haya gays por aquí...¿Te apetece un helado?" (¡?). Bastante más química tuvo Cruise con Rebecca De Mornay, tanta que acabaron siendo pareja durante el rodaje y tras el mismo. Algo más tenso estuvo el ambiente en la sala de montaje a cuenta del final de la película. Mientras que Brickman quería uno pesimista (Joel no entra en la universidad y se pregunta junto a Lana que será de ellos en el futuro), David Geffen optaba por el que finalmente acabaría reflejado en la pantalla. No sería hasta la llegada de la Edición Especial en DVD y Blu-Ray cuando se pudo ver lo planeado originalmente por Brickman.



Risky Business tuvo un presupuesto estimado de 6.200.00 $ y se estrenó el 7 de agosto de 1983. Contra todo pronóstico, acabó siendo un taquillazo con 63.000.000 $ recaudados en suelo USA. La imagen de Cruise sonriente con sus gafas de sol se convirtió en una de las imágenes más características del cine "ochentero" y huelga decir que la película fue el primer taquillazo de su protagonista, que con la posterior Top Gun (Tony Scott, 1986) se convertiría en el rey de la taquilla en Hollywood y en genio de los negocios. Rebecca de Mornay tuvo su boom en los 80 y parte de los 90 para después caer en el olvido, motivado por fracasos varios y la temida para las actrices de allende los mares "edad de los 40 años", que provoca que los productores opten por actrices jóvenes para sus películas y dejen de contar con las de edad madura. Pero el caso más digno de estudio fue el de Paul Brickman. Todo parecía indicar que tendría una carrera envidiable, pero tardaría siete años en ponerse de nuevo tras las cámaras con Los Hombres no Abandonan (Men Don't Leave, 1990). Y ahí, prácticamente desapareció. Su nombre solo se volvió a ver en los créditos del guión de Ejecución Inminente (True Crime, Clint Eastwood, 1999) y en la TV-Movie dirigida por su amigo Jon Avnet Rebelión en Polonia (Uprising, 2001). Hay algunas conjeturas en Internet, como que se cansó de Hollywood y sus ejecutivos y se retiró. Otros señalan que en la actualidad ejerce como script doctor para aquellos guiones que estén llenos de problemas. Pocos parecen querer que realice un comeback a lo Malick.




Es curioso como mucha gente mete a Risky Business en el mismo saco de los Porky's, cursos excitantes y demás comedias adolescentes gamberras cuando no tiene nada que ver con estas. Tras esa fachada de film teenager al uso se esconde una cinta más inteligente, madura, oscura y ácida de lo común que diferencia a la película de otras coetáneas suyas. Un Tom Cruise que no volvió a estar tan natural como aquí acaba siendo un pariente lejano del Benjamin de El Graduado (The Graduate, Mike Nichols, 1967), bordando a ese Joel Goodson inocentón que irá "aprendiendo" más de cuatro cosas sobre la vida con la ayuda de la prostituta Lana (magnífica Rebecca De Mornay), un personaje positivo pero sin incurrir en el tópico de la "prostituta con el corazón de oro". Soberbia su presentación por cierto, llegando a la casa de Joel con el viento soplando y desvirgando al protagonista a cámara lenta mientras suena la fascinante banda sonora de los Tangerine Dream.


Aunque la película sea "hija" de su época a la vista de su estética, vestuario y selección musical, con una magnífica selección de canciones a cargo de Talking Heads, Prince, Phil Collins, Jeff Beck, etc., no es menos cierto que Brickman dirige con un estilo exquisito y, por momentos, arty (el coito en el metro con el "Love on a Real Train"). Algunas reseñas incluso apuntan a que si Michael Mann hubiera rodado una comedia teen, el resultado sería esta película. Nada descabellado, a juzgar por la fotografía de "neón" de las escenas nocturnas cortesía de Bruce Surtees y Reynaldo Villalobos, un gran gusto a la hora de componer ciertos planos o la persecución en coche entre los protagonistas y Guido el chulo asesino. Todo esto para crear una lúcida parábola sobre el capitalismo en los tiempos de Reagan más efectiva que titulos del cine "social" con pretensiones que, de propina, sirve en bandeja uno de los más sabios consejos que uno pueda recibir: En la vida, a veces hay que saber decir "¡Qué coño!"


Risky Business está disponible en DVD y Blu-Ray. Este post es una extensión corregida, mejoradísima y aumentada de esta minireseña que apareció en el antiguo blog.

martes, 1 de noviembre de 2011

"DANZAD, DANZAD, MALDITOS" para Ultramundo


Mi segunda colaboración para Ultramundo versa sobre el primer gran éxito de Sydney Pollack, aquella lejana They Shoot Horses, Don't They? con la que empezó una carrera triunfal en Hollywood en líneas generales y que vista 42 años después de su estreno, sigue siendo una de las mejores películas de su director. 

Para leer sobre la película, hagan clic aquí.

lunes, 31 de octubre de 2011

"LA COSA" para Ultramundo


Si echan a faltar la sección de "La Semana más Larga" se debe básicamente a mi falta de tiempo para ver películas por asuntillos personales, aunque los Viernes, fines de semana y algún día suelto que otro sí que puedo ver cintas. Intentaré retomarla en cuanto el tiempo me lo permita. En otro asunto: Comienzo a colaborar para Ultramundo y podrán leer reseñas firmadas por mi. Para mi debut, un plato fuerte aprovechando, por un lado, el estreno de la precuela y, por otro, aprovechando que tenemos la fiesta de Halloween ya mismo: John Carpenter's The Thing. En un terreno sentimental, la primera vez que tuve constancia de su existencia fue anunciada por la tele a principios de los 90 (probablemente para aquel legendario "Alucine" de La 2). No la llegué a ver hasta que la alquilé en VHS. En la parte trasera de la carátula venía como foto la que ven arriba: Rob Bottin en pleno rodaje y pasándoselo en grande. En el post podrán leer anecdotario y reflexiones varias sobre la cima Carpenteriana. Si ya han visto la película, poco nuevo les voy a contar que no sepan ya. Si no, corran a verla.

Para leer sobre La Cosa, hagan clic aquí.

sábado, 29 de octubre de 2011

Louise Brooks: Lulu on the Tightrope (4): Pandora inmortal


Louise Brooks acabó su periplo por Europa cosechando más fracasos que éxitos, por lo que no tardó en volver a su odiado Hollywood. Claro que las cosas no eran ya las mismas que cuando marchó de allí ¿Recuerdan que al final del primer post les hablé de una película que acababa de rodar llamada The Canary Murder Case? Aquella se había rodado en principio como una película muda. En 1927 llegó la revolución del cine sonoro con El Cantor de Jazz. Una de las consecuencias de esta novedad técnica que arruinaría carreras ancladas en el mudo fue que muchas películas mudas se convirtieron en sonoras doblaje mediante o rodando nuevas escenas. Paramount Pictures llamó a Brooks para que se metiera en la cabina de doblaje para doblar diálogos. La respuesta de Brooksie: "Iros a la mierda". Huelga decir que otra actriz tuvo que doblar los diálogos (penosamente) y que la Brooks acabó como persona non grata en todo Hollywood.
Las cosas se pusieron muy feas para Brooks. Los papeles no llegaban. Su última oportunidad para lograr de nuevo el estrellato perdido fue un papel co-protagonista al lado de James Cagney en El Enemigo Público Número 1, que dirigía William Wellman y que le ofreció ex-profeso tras su experiencia en Mendigos de Vida. Pero Brooks rechazó el papel para estar más tiempo con George Marshall y porque ya estaba cansada del mundo del cine en general y de Hollywood en particular. La rubia platino Jean Harlow consiguió el papel y la fama. A partir de ahí comenzó su declive en películas de ínfima categoría, de las que destacaremos dos: El corto Windy Riley Goes to Hollywood, que dirigió un tal William Goodrich, que no era sino un pseudónimo de otro ilustre blacklisted, Roscoe "Fatty" Arbuckle y Overland Stage Riders, western de serie B que protagonizó un tal John Wayne y en donde Brooks llevaba un pelo largo que la hacía irreconocible hasta para los pocos que se acordaban de ella. Tras este film, Brooks puso punto final a su carrera. George Marshall la dejó y se acabó el periodo de vacas gordas.

Brooks comenzó así un via crucis que duró muchos años. Sus problemas con el alcohol que arrastraba desde adolescente y que se agudizaron en sus peores momentos, trabajos en unos grandes almacenes por 40 dólares semanales y de prostituta de lujo, un intento de abrir una academia de baile en su Cherryvale natal y una paga mensual de uno de sus ex-amantes (William Paley, fundador de la CBS) que la dieron para ir tirando fueron su pan de cada día hasta mediados de los años 50. Cuando el experto en cine James Card descubrió su paradero en Nueva York en los años 50, la convenció para irse a vivir a Rochester, donde residía. Card jugó un papel importante en la reivindicación de su figura y películas y los críticos franceses reivindicaron su figura mediante exhibiciones de sus películas. Cuando Brooks visitó la filmoteca francesa con motivo de una retrospectiva sobre los 60 años que llevaba el cine de vida, una inmensa foto suya presidía la sala principal y su presidente Henri Langlois se le tiró a sus pies exclamando: "Ni Garbo ni Dietrich...¡Louise Brooks sólo hay una!". Y de esta manera comenzó el culto a Brooks hasta nuestros días.


Louise Brooks falleció en 1985 siendo una reputada escritora sobre cine mediante artículos varios, recopilados en el libro Lulú en Hollywood y convertida en un icono. Quien tenga más curiosidad por la figura de Louise Brooks encontrará un montón de webs dedicadas a su memoria y con material impagable en forma de artículos de la época y fotografías de todo tipo como las que han podido ver por los posts. Igualmente podrán encontrar por esos mundos de Internet un par de documentales imprescindibles, entre ellos Lulú en Berlín (entrevista a Brooks a mediados de los 70 donde se nota que los años no pasan en balde pero que aún conservaba su lucidez e inteligencia) y Looking for Lulu, narrado por Shirley MacLaine y con multitud de expertos y admiradores prestando testimonio. Guido Crepax reconoció abiertamente su inspiración para su mítica Valentina en el look de Brooks, cosa que a la actriz le encantó hasta el punto de mantener correspondencia con Crepax. Y para acabar, un detalle. En Julio del 2009 se proyectó La Caja de Pandora en un cine de Los Angeles con capacidad para 2.000 personas. Se colgó el cartel de "no hay billetes".


viernes, 14 de octubre de 2011

Louise Brooks: Lulu on the Tightrope (3): Pandora por Europa


Pese al fracaso de La Caja de Pandora, Pabst y Brooks volvieron a colaborar en Tres Páginas de un Diario, adaptación de una novela polémica de Margarete Böhme en una trama en la que Brooks interpreta a Thymian Henning, la hija de un acaudalado farmacéutico que es seducida por su ayudante (Fritz Rasp, visto en Metrópolis y La Mujer en la Luna, ambas de Fritz Lang) y del cual tendrá un hijo no deseado. Como se niega a casarse, es expulsada de su hogar y enviada a un reformatorio femenino. En este momento del relato no debe faltar una directora de reformatorio rígida y malvada ni un ayudante bruto y malote. Con la ayuda de otra interna logra fugarse y, entre otras cosas, habrá reencuentro con papá (no así con su hijo), la Brooks hará gala de sus dotes para el baile en un burdel de lujo y se enamorará de un conde desheredado.

Como pueden ver, todo un argumento de telenovela mala elevado a los altares por Pabst y, sobre todo, su protagonista. Pabst sorprende a los espectadores de la época (y a los de la actual) tratando temas como la hipocresía de la sociedad y el sexo con franqueza insólita. Y, otra vez más, Brooks hace una gran interpretación con su naturalidad alejada de histrionismos propios de sus actrices contemporáneas. No hay duda de que la cámara la amaba y viceversa. Muy probablemente con otra actriz hubiera sido un film menos redondo. Quizás algún que otro personaje sea excesivamente caricaturesco (el ayudante calvo, alto y fornido del reformatorio) pero no deja de ser un mal menor.La película sufrió muchos recortes de censura, fue otro fracaso y Pabst y Brooks acabaron su legendaria colaboración mutua. Aunque esto no fue del todo cierto.


Precisamente Pabst volvió a ofrecer a la actriz una historia hecha a su medida. En este caso la de Lucienne, una tipista francesa que decide presentar sus fotos al certamen de Miss Francia resultando ganadora y poco después presentándose a Miss Europa, en un certamen que se celebrará ni más ni menos que en San Sebastián. El codiciado título de Miss Europa acabará siendo suyo, cosa que no causará ni pizca de gracia a su celosón novio, que en cuanto la encuentra le pide que vuelva a su lado en Francia. La Brooks después de dudar, acepta volver con el pobre diablo para recibir poco tiempo después una oferta para currar en el cine y ser una estrella del celuloide.A partir de ahí comienza la tragedia. Aparte de Pabst, otro célebre realizador que metió mano al guión de Prix de Beauté (1930) fue René Clair, al que se le ofreció la dirección de la cinta para rechazarla, siendole ofrecida la silla de director al italiano Augusto Gennina. Éste contaría años más tarde en sus memorias que la afición por la botella de Brooks puso las cosas difíciles en el set de rodaje, siendo necesario llevarla literalmente a rastro al plató para rodar a sus escenas. Añadió, además, que de no ser por esos problemas se habría convertido en la actriz definitiva. La cinta en un principio se concibió como muda, pero con el auge del sonoro en Francia se decidió llevarla a unos estudios de doblaje para grabar diálogos. Decisión desacertada, porque el doblaje es chapucero y los diálogos en francés no encajan en absoluto con los interpretes. Es mucho más adecuado verla con subtítulos y el audio en mute.
 
Otra de las pegas que se le puede poner es que la historia es predecible al 100 por 100. Pero no se preocupen: Merece la pena ver la hora y media que dura la película sólo por Brooks. La labor de Genina tras la cámara es correcta y alcanza su plenitud con el comienzo en la playa francesa donde en clave documental vemos estampas cotidianas de una ciudad playera cualquiera y donde la Brooks se mueve como pez en el agua tonteando con otros hombres para disgusto de su novio (Georges Chalia, adecuado y con un rostro impresionista que le va perfecto a su papel). Todo esto con un montaje de imágenes más acelerado de lo habitual y una cámara inquieta. El director de fotografía es otro nombre conocido: Rudolph Maté, que vuelve a hacer un gran trabajo. Pero el motivo por el que se recordará Prix de Beauté es por su final, que destripo a continuación: Brooksie está en la oscuridad de la sala de cine viendo sus primeras pruebas de cámara. Hasta el cine la ha seguido su novio paranoico y celoso perdido con un revólver. Consigue colarse en la sala. Ahí ve a Brooks contemplando fascinada su propia imagen en la pantalla al lado de un rico pretendiente. El novio aprieta el gatillo. Brooks es herida de muerte y no tarda en expirar ante la mirada desesperada del pretendiente. La película sigue proyéctandose en el cine, quedando la desdichada inmortalizada para siempre en la pantalla.

Historia del cine. El próximo post, la decadencia y resurrección.

lunes, 3 de octubre de 2011

LA SEMANA MÁS LARGA (26-02/09-10)


MERDE (Leos Carax, 2008) El regreso de Leos Carax tras las cámaras después de Pola X y el mejor segmento, con mucha diferencia, del tríptico Tokyo! donde aportaron episodios Michel Gondry y Boon Joon-Ho. Un monstruo que odia a la humanidad y que ama al mundo que la lía parda por las calles de Tokyo en un plano secuencia de antología y que va a granadazo limpio una buena noche es juzgado, defendido por un abogado francés que es una de las tres únicas personas que habla el idioma del monstruo y condenado a muerte. Pero en la ejecución… Denis Lavant borda al decididamente entrañable monstruo, que no es sino el propio Carax, incomprendido y solo perdido en su propio lenguaje en un mundo que ama (el cine) pero en el que odia a los que lo llevan (los financieros). Lástima que no se materializase el proyecto, que realmente existió, de expandir las aventuras de Merde en largometraje allá por USA (Kate Moss iba a ser su “amada” a lo “Bella y Bestia”), como se promete al final del segmento.


VAMP (Richard Wenk, 1986) Una ochentada de tomo y lomo cortesía de la entrañable New World Pictures donde, a pesar de que su nombre e imagen son bien visibles en el poster, Grace Jones es desaprovechada durante buena parte del metraje. Un par de adolescentes buscan strippers para sus colegas de la universidad y, con la compañía de un joven chino cachondo, acaban en otro mundo y, lo peor de todo, en un local de striptease frecuentado por vampiros. Pese a sus deficiencias y el desaprovechamiento de la interprete de la mejor versión de “La Vie en Rose” de la historia (llega un momento que desaparece del metraje), la cinta acaba agradando por su sentido del humor, su look y fotografía inequívocamente “eighties” y los momentos protagonizados por una Jones comehombres, rematada con una caracterización impagable cortesía de Keith Haring. Dedee Pfeiffer (sí; “hermana de…”) es la chica buena y Andy Warhol diseñó parte del mobiliario del local.

IP MAN (Wilson Yip, 2008) Primera parte de una trilogía sobre el creador del arte marcial Wing Chun y maestro de Bruce Lee que arrasó en Hong Kong y China y cuya secuela se estrenó el año pasado. Una producción épica de un inusual derroche de presupuesto y cuidado en los aspectos artísticos con un magnífico Donnie Yen en su salsa con unas peleas coreografiadas y rodadas perfectamente por Sammo Hung. Uno desearía que los 100 minutos de película fueran exclusivamente de Donnie Yen repartiendo hostias a los “diablos japoneses”, pero tenemos de propina una historia de redención digna de los clásicos de artes marciales de los 70 que inevitablemente es comparada con aquella igualmente recomendable Fearless con Jet Li. En la siguiente película, Bruce Lee hace acto de presencia, cosa que en esta no.

COMANDO TXIKIA: MUERTE DE UN PRESIDENTE (José Luis Madrid, 1976): Cuatro cosas por las que la película pasará a la historia española del cine: Fue la primera película en tratar el tema de ETA; fue la primera película en tratar el asesinato de Carrero Blanco; Se oye la voz verdadera de Paul Naschy/ Jacinto Molina en el comienzo (haciendo un llamamiento al diálogo) y al final de la película (agradeciendo a la Policía la información para hacer la película); Y nuestro licántropo nacional y Juan Luis Galiardo hacen de improbables etarras. Sí. Paul Naschy y Juan Luis Galiardo de etarras. El director José Luis Madrid, cual William Friedkin pobretón, intenta dar un tono de “cinéma verité” a la preparación del magnicidio pero la película no acaba de cuajar por su indefinición ideológica e intento de objetividad (un tono ligeramente laudatorio en el prólogo sobre la vida de Carrero Blanco para que los franquistas no se cabreen y unos etarras “con corazoncito” para que los abertzales tampoco se pongan furiosos; Ni héroes ni villanos, vaya, que estamos con la Transición en pañales y la cosa está tensa en el país) y su progresivo desinterés. Maquetas y cochecitos de juguete servirán para recrear el histórico “vuelo sin motor” mientras Gillo Pontecorvo esperaba para hacer su Operación Ogro. Pese a la temática y época de estreno, fracaso total y amenaza de bomba en un cine de Barcelona. No sería el último movidón político de Naschy (véase la reivindicable El Francotirador)


JUMPER (Doug Liman, 2008) Una nadería que debió tener una postproducción más entretenida que la película en sí, a juzgar por la cantidad de guionistas que pasaron por allí (David S. Goyer entre ellos) y la escasa duración de 80 minutos sin contar créditos finales. Destinada al público teenager y “neng” y protagonizada por un antídoto contra el carisma llamado Hayden Christensen, el único fuerte de la cinta son las peleas entre “jumpers” desafiando al espacio rodadas por un Doug Liman desperdiciando su crédito y ver a Henry Lee Lucas (Michael Rooker) de padre alcoholizado del prota. Sosería, vacaciones en Roma, Samuel L. Jackson con el pelo platino cobrando el cheque, Diane Lane que pasaba por allí y Billy Elliot haciendo lo que puede. Tiene un pase en una tarde tonta y con el nivel de exigencia en estado muy abisal.





LA NOCHE DEL EJECUTOR (Jacinto Molina, 1992) Segundo intento tras El Aullido del Diablo por parte de Paul Naschy para resucitar su carrera, hecha polvo por la Ley Miró, declive en taquilla, cambio de gustos en el género fantástico por parte del público, etc. Con el género de justicieros urbanos a lo Charles Bronson en el punto de mira (en un guiño, dos macarras ven una película suya), Naschy interpreta a un pobre doctor al que, en el día de su 50 cumpleaños, cuatro macarras y una Marta Valverde "ChichaTatoyClodoveada" matan a su mujer, violan y matan a su hija y le cortan la lengua. Tras un entrenamiento a lo Rocky con música clásica pasada por sintetizador comprado en los 20 duros, comienza la venganza. Llena de diálogos cheli-inenarrables casi todos a cargo de los macarras (“las titis están dabuten”, “guay del Paraguay”, “vamos a montar un número que ni los de la Cicciolina esa”, “está más chutao que Ben Johnson”, “Hijoputón”) y con un reparto donde destacan las Valverde Sisters, la “recuperada” del destape Adriana Vega por la que siempre tuve una debilidad especial, Manolo Zarzo y Pepe “Avelino” Ruiz como fotógrafo gay (“¡pepinos arriba!”), la cinta se ve muy perjudicada por la falta de medios y abundancia de diálogos “whathefuck” pero consigue caer simpática por suponer un anacronismo en sí misma, por el gore pasado de vueltas y sin concesiones de algunos momentos (lenguas y genitales arrancados, un crío muerto de un disparo/petardazo) y por el evidente empeño puesto en Naschy para realizarla a pesar de tener todo en contra (presupuesto, coyuntura del cine español, las Valverde) aunque los resultados no acompañasen precisamente. No solo toma prestadas ideas del cine de justicieros: el villano de la función usa una mascarilla de oxígeno cual Frank Booth de Terciopelo Azul. Se rodó en 1989-1990 (en los créditos iniciales sale un cartelón de Arma Letal 2) y fue derechita al videoclub en 1992, justo cuando la moda Bronsoniana había pasado. Toda una rareza de nuestro cine disfrutable con el estado de ánimo adecuado donde Naschy se dobla a sí mismo su voz.