La Filmoteca del Terrario

sábado, 30 de junio de 2012

"DARK CITY" para Ultramundo


Uno de los mejores títulos del género fantástico surgidos de finales de los 90 para acá es comentado como merece.

Tras tan breve introducción, lean el artículo AQUÍ.

miércoles, 27 de junio de 2012

"CIUDADANO KANE" para Ultramundo


Probablemente sea la película sobre la que más se ha escrito en la historia del cine, por lo que poco puedo aportar yo, salvo mi experiencia personal con la misma, mis momentos favoritos y la sección de curiosidades. Fernando Cuesta se ocupa del "cómo se hizo".

Para ver la disección al Ciudadano Welles, hagan clic AQUÍ.

sábado, 16 de junio de 2012

POLA X: A la lumiére




Nada me afecta más que la palabra “hermana”- Leos Carax.

Pola X es la película francesa más bella de los últimos 10 años- Jacques Rivette.



El clima de recepción con el que se encontraron Leos Carax y su Pola X en 1999 se puede resumir con la palabra “morbo”. Habían transcurrido 8 años desde que Los Amantes del Pont Neuf (Les Amants du Pont Neuf, 1991) dejasen tras de sí varios productores arruinados, unas cuantas relaciones personales (Juliette Binoche) y profesionales (el actor y “alter ego” Caraxiano Denis Lavant, el director de fotografía Jean Yves Escoffier) dañadas y la por aquel entonces imparable carrera de su realizador con Boy Meets Girl (1984) y Mala Sangre (Mauvais Sang, 1986) hecha añicos. Los incontables problemas de producción que tuvo el último capítulo de la "Trilogía de Alex" junto con los otros dos títulos señalados y una de las cimas de los años 90 están perfectamente resumidos en el documental Enquête sur un film au-dessus de tout soupçon, incluido en el DVD editado por Avalon para la Filmoteca FNAC, por lo que no será necesario referirme a ellos. Tan mala estaba la situación para Carax que cuando Juliette Binoche ganó el premio César por Tres Colores: Azul (Trois Couleurs: Bleu, Krysztof Kieslowski, 1992) pidió en su discurso de aceptación del premio que los productores franceses permitieran trabajar a su ex novio. Durante seis años, Carax se dedicó a viajar por el mundo, en especial la zona de los Balcanes, intentó poner en marcha algún que otro proyecto (entre ellos, uno con Sharon Stone; la diva rubia estaba asqueada con la adicción compulsiva de Carax por el tabaco) y se dedicó a escribir una adaptación de su libro más querido.



Leos Carax descubrió Pierre o las Ambigüedades de Herman Melville a los 19 años, la época en que escribía alabanzas para Cahiers du Cinema a Rocky II (1979) y La Cocina del Infierno (Paradise Alley, 1978), ambas de Sylvester Stallone. Un tipo listo Carax: él ya veía en Stallone a un autor a descubrir. Cada cierto tiempo releía la novela de Melville con la idea de adaptarla para el cine. Fue justo en su época de ostracismo en los 90 cuando se decidió a realizarla. El problema estaba en encontrar a los “locos” que quisieran apostar por él. Su productor habitual Alain Dahan había fallecido y su mala fama como despilfarrador y realizador “atípico” a la hora de acometer un rodaje pesaba mucho. Finalmente, el productor Bruno Pésery decidió apostar por Carax. Claro que no contaban con mucho dinero, que decidieron invertir en tres semanas de rodaje donde convencieron a los técnicos y actores que trabajasen por lo mínimo mientras buscaban nuevos inversores. 



El Festival de Cannes vino al rescate al ofrecer a Carax que realizase una “postal” en forma de cortometraje mediante el cual iría informando sobre detalles de su nuevo proyecto. Un cortometraje sin título que precisamente se llamaba Sans Titre que se encuadraría en los fastos del 50 aniversario del certamen en 1997. Lo que Carax entregó puso multitud de interrogantes entre el público que lo vio: imágenes antiguas del festival, desastres naturales, una metafórica escena con Carax luchando por ascender unas escaleras, recuerdos personales y posiblemente dolorosos del realizador, imágenes de dos de las películas favoritas de Carax, Y el Mundo Marcha (The Crowd, King Vidor, 1928) y La Noche del Cazador (The Night of the Hunter, Charles Laughton, 1955), una foto en brevísimo plano en recuerdo a Dahan una vez pasados los créditos y escenas de su nuevo proyecto: Pola X. Quien pensase que el director iba a domesticarse tras Los Amantes… se había equivocado. Pueden ver el corto justo abajo.



Unos inversores alemanes y japoneses decidieron invertir en la película y a partir de ahí todo se desarrolló normalmente y sin incidentes ni desfases presupuestarios. Sin Denis Lavant ni Juliette Binoche, los nuevos musos de Carax serían un Guillaume Depardieu buscando alejarse de la sombra de su padre y sobre todo la actriz rusa Yekaterina Golubeva, habitual del cine de Sharunas Bartas (quien por cierto tiene un papel como líder terrorista en Pola X) que se convirtió en el futuro en la mujer de Carax. Golubeva falleció tristemente en 2011. Catherine Deneuve aportó su prestigio y su aún bien conservado físico para ser la madre de Pierre/Depardieu. El director de fotografía Eric Gautier sería el sustituto de un Escoffier en plena carrera internacional mientras que para la primera banda sonora propiamente dicha para un film de Carax fue fichado el mismísimo Scott Walker, quien contribuyó con un par de bellos temas sinfónicos, un popurrí industrial y el tema Cockfighter de su álbum de 1995 Tilt



Cannes 1999 fue donde se estrenó con inevitable polémica Pola X, sobre todo por una escena de sexo explícito de posible carácter incestuoso. Carax asumió a la perfección su pose de “auteur maudit” en el festival. Pola X fue un fracaso crítico-comercial que dejó K.O. hasta a los seguidores del director, con algunas excepciones como la de Jacques Rivette señalada arriba. El montaje predilecto de Carax de tres horas de duración se estrenó en televisión en formato miniserie de tres capítulos para la cadena franco-alemana Arte. Los 8 años transcurridos entre Los Amantes... y Pola X pasaron a ser 13 (con el segmento Merde para el tríptico Tokyo! entre medias como nota más destacable) con la llegada de Holy Motors, donde Carax ha vuelto a armar ruido en Cannes para bien. Esperemos que sirva para que pueda realizar films con mayor regularidad.



Pola X (expliquemos ya el título: “POLA” corresponden a las iniciales de Pierre O Las Ambigüedades y la “X” se refiere a que se rodó la décima versión del guión) comienza con añejas escenas provenientes de archivode bombarderos destruyéndolo todo a su paso, en especial tumbas. Con ellas se nos explica cómo fue arrasada por el fantasma de la guerra la región de Isabelle, pero así debía tener también el ánimo Carax durante sus años de sequía y a la hora de filmar la película. Si sus tres películas pretéritas eran más de “poesía” que de “prosa”, por así decirlo, aquí ocurre justamente lo contrario. El nexo en común con ellas es que Carax sigue explorando el “amour fou” en su vertiente más morbosa: la de un posible incesto. Un “downward spiral” que diría Trent Reznor en el que acompañamos al atribulado Pierre del paradisíaco y soleado ambiente burgués de su chateau hasta el infierno físico y mental, donde en vez de encontrar la tan ansiada “verdad” que le permita escribir una gran novela y no un producto de moda se encuentra con la mugre. Un viaje imperfecto en su narración debido quizás a la poda de metraje pero que una vez finalizado acaba perdurando en el recuerdo.



En buena parte de la primera mitad de metraje, nos encontramos en un mundo de opulencia donde Pierre y su madre Marie parecen tener algo más íntimo de lo deseable, en vista de que ambos se llaman “hermanos” entre sí y de que Marie siente celos ante la inminente boda de Pierre y Lucie (Delphine Chuillot). Otro que siente celos es Thibault (ajustadamente repulsivo Laurent Lucas), quien junto con Pierre y Lucie forman “los tres inseparables” y que parece tener demasiado afecto por Pierre en su abrazo con éste en el bar. Entra en escena una misteriosa chica con melena negra larga y acento del Este que cubre su cara casi por entero y con pinta de desaseada que acecha a Pierre. Cuando por fin se encuentran, ésta revela que se llama Isabelle y es su hermana, producto de las andanzas del difunto padre de Pierre como diplomático por el Este de Europa. Éstas revelaciones y su pasado son contadas en la oscuridad de los bosques en un monólogo de más de cinco minutos de duración para alucine del pobre Pierre. Los secretos familiares son descubiertos a hachazos y Pierre parte para París en compañía de Isabelle y dos acompañantes, madre e hija. 


Rebotando de hotel en hotel de mala muerte (la de la niña), Pierre e Isabelle acaban en un almacén en el puerto donde se encuentran unos terroristas músicos de rock industrial. Es en esta segunda mitad donde las cosas se vuelven más oscuras y en donde harán acto de presencia Lucie y Thibault al tiempo que la mente de Pierre va degenerando poco a poco hasta llegar a la “traca final”. Ojo a cómo va mutando su aspecto de joven pijo bello a kurtcobainesco. Un Guillaume Depardieu cómplice con Carax en la que probablemente sea su mejor interpretación consigue hacernos creer su lento pero inexorable deterioro mientras que el mejor cumplido que se le puede hacer a Golubeva es que si alguien nos dijera que la actriz fue realmente criada en los bosques como su personaje en la película, nos lo creeríamos a pies juntillas.


Con la ayuda del equipo técnico, Carax logra otra vez más crear escenas y momentos de impacto como el “viaje” en motocicleta de Marie con su caída y moto que va dando vueltas incontroladamente mientras se dirige a una Deneuve yaciente, Pierre destrozando los retrovisores de una hilera de coches con la iluminación amarillenta de las farolas, la ensoñación de Pierre en la que él e Isabelle se besan apasionadamente en un mar de sangre, la presentación del “grupo” (nunca mejor dicho) terrorista con su líder de director de orquesta de una banda de guitarras eléctricas, sintetizadores y martillos golpeando yunques, la explícita escena de sexo sin trampa ni cartón en plena oscuridad entre Pierre e Isabelle o los últimos 10 minutos de pura locura.


Impactante en su primera visión, con defectos visibles en revisionados sucesivos, Pola X no es un título fácil de comentar ni es apta para todos los públicos, pero aquellos que estén abiertos a todo tipo de experiencias en el cine tendrán en éste un título idóneo a la hora de debatir. Sólo por lograr que pasase semanas pensando en la película desde que la vi por primera vez y por venirme a la mente muy de vez en cuando ya ha conseguido mucho más que otros títulos quizá mejores pero de poco poso. Sólo lamentar su inexistente distribución en España al margen de festivales y que Carax no recurriese de nuevo a Bowie como en su “Trilogía de Alex”. Quizás porque el I’m Deranged ya se lo había pedido David Lynch para su Carretera Perdida (Lost Highway, 1997).





"Para mis tres hermanas"


jueves, 14 de junio de 2012

"UN DIOS SALVAJE" para Ultramundo


La última película de Roman Polanski, a la espera de que a finales de año ruede su visión sobre el "Caso Dreyfus", resulta ser contra pronóstico su mejor película desde La Muerte y la Doncella. Curiosamente ambas tienen orígenes teatrales y emplean a escasos actores.

Para leer la reseña, vayan AQUÍ.

sábado, 9 de junio de 2012

"LOS INVASORES DEL ABISMO"/ "TELÉFONO MORTAL": el "cut and run" de Ruggero Deodato.



"Un día estaré ante Dios. Me dirá "tú eres el que dirigió Holocausto Caníbal". Pondré mis manos en oración, diré "sí"...y a esperar"- Ruggero Deodato, un hombre a los caníbales pegado.
Pese a que cultivó prácticamente todos los géneros, Ruggero Deodato será recordado principalmente por su labor en el cine de caníbales italiano, que por cierto su amigo Eli Roth tiene firme intención de homenajear con el estreno el año que viene de The Green Inferno. Concretamente ¡Mundo Caníbal, Mundo Salvaje! (Ultimo Mondo Cannibale, 1976)  y sobre todo Holocausto Caníbal (Cannibal Holocaust, 1980) son las películas por las que más le preguntan y que son objeto de debates eternos por los motivos más variados. El propio Deodato intentó descolgarse de la etiqueta de "monsieur cannibal" en un "cut and run" hacia otros géneros, sin conseguirlo. Pese a que pasó años anunciando su retorno al subgénero con Cannibals, todo parece indicar que tal película no se llevará a cabo al menos por ahora, centrando el director sus esfuerzos en una secuela de House on the Edge of the Park (me niego a llamarla por el “spoileresco” título hispano) que ya no contará con la presencia del fallecido David Hess.

Deodato & Eli Roth
Como comento en el párrafo anterior, en la trayectoria de Deodato nos encontramos con cintas de todos los géneros: desde el thriller sexual con Oleada de Placer (Una Ondiata di Piacere, 1975) hasta el polizziotesco con Uomini si Nasce, Poliziotti si Muore (que no he podido ver aun, pero que Deodato considera su segunda mejor película tras Holocausto) pasando por el cine de bárbaros con la muy entrañable Los Bárbaros (The Barbarians, 1987) a mayor gloria de los gemelos culturistas Peter y David Paul, su retorno a la selva sudamericana con Cut and Run (1985) el slasher a lo Viernes 13 con Camping del Terror (Camping del Terrore, 1987)…una filmografía muy interesante, con sus títulos recomendables, mediocres y en algunos casos espantosos, pero que no debe reducirse a su cine de caníbales. En este post se comentan brevemente dos títulos que no son grandes películas ni pretendieron nunca serlo, pero que funcionan a pesar de sus defectos.

Los Invasores del Abismo (I predatori di Atlantide, 1983) es un título por el cual Ruggero Deodato no mostró nunca un particular interés, tal como podemos leer en la entrevista que concedió al imprescindible Quatermass dedicado al fantástico italiano “Es una co-producción con Filipinas, donde se rodó. La recuerdo gratamente y la hice porque después de Holocausto no era fácil encontrar trabajo para hacer películas realistas y dado que la mayor parte del público la consideraba de horror, ¿por qué no? Démosle horror y fantástico. Yo debo comer, ¿no?” (“Ruggero Deodato, En busca del realismo perdido”, José Manuel Serrano Cueto, Quatermass Nº 7 p. 141). A pesar de que pueda parecer que Deodato se enfrentó al encargo con desgana, nada más lejos de la realidad: el director italiano imprime energía a la película justo con la aparición de los atlantes motorizados, sacados no ya del Mad Max original, sino de la imitación italiana más casposa y barata.





Ambientada en el Miami del futuro (el año 1994) esta historia de la Atlántida resurgida de las aguas por la energía nuclear de un submarino hundido es autoconsciente de su desvergüenza y que promete, entre otras cosas: entrañables efectos especiales de saldo como esos disparos lásers, escenas prestadas de otras cintas para simular olas gigantescas y esa Atlántida en el tramo final de la cinta que se nota a mil leguas que es una chapucera maqueta; actuaciones que no son del Actor's Studio precisamente (aunque ¡qué más da!), destacando al protagonista Christopher Connelly, actor televisivo que no tardó en apuntarse en todo tipo de divertidos subproductos a la italiana en su declive y a su “compañero de armas” Tony King, ex-jugador de fútbol americano convertido al islam y cuyo personaje comparte religión hasta el punto de estar obsesionado en que lo llamen Mohammed y no Washington, su nombre de nacimiento; un reparto donde nos encontramos a “sospechosos habituales” del género como Ivan Rassimov, George Hilton o el futuro director Michele Soavi (Aquarius, El Engendro del Diablo, Dellamorte Dellamore);  “Homenajes” a títulos como Asalto a la Comisaría del Distrito 13 (Assault on Precint 13, John Carpenter, 1976) o La Noche de los Muertos Vivientes (Night of the living Dead, George A. Romero, 1968) con los atlantes/zombies atacando a los héroes en una casa abandonada mientras éstos se defienden a cócteles molotov que besan antes de lanzarlos; decapitamientos efectivos a los atlantes motoristas y escenas de acción que sirven de refresco al espectador aburrido en estos tiempos habituales de abuso del ordenador. En concreto, la que acontece en el autobús perseguido por el helicóptero, donde los especialistas se juegan el tipo de verdad sin trampa ni cartón.



Todo ello rematado por una banda sonora de Guido y Maurizio de Angelis (firmando los dos hermanos con el seudónimo de Oliver Onions) donde destaca sobremanera el tema “Black Inferno”, pegadiza coplilla a ritmo de sintetizador que abre y cierra un título al que le podemos achacar los defectos que ustedes quieran, pero que sorprendentemente acaba adelantando a buena parte de los cada vez más aburridos blockbusters de Hollywood, aunque sea a costa de su desvergüenza.

El siguiente título que nos ocupa sí que goza de mayores simpatías por parte de su director, Teléfono Mortal. Aunque uno prefiera el título original italiano, Minaccia d’Amore (Amenaza de Amor). Vuelvo al Quatermass anteriormente citado: “Es la película fantástica mía que más me gusta porque fue un desafío hacerla. Había que contar una historia donde el protagonista asesino es un teléfono, sí, un aparato telefónico. Un bello reto, ¿verdad? El teléfono se enamora de una joven y acaba con la vida de quienes la rodean. Me divierte mucho hacer películas difíciles donde hay que arriesgarse con la técnica” (p. 142). Es lógico pensar que la historia así contada sea demencial, pero lo cierto es que contra todo pronóstico funciona, siempre y cuando el espectador sea consciente del delirio.

Para protagonizar la película, Deodato contó con Charlotte Lewis, una actriz británica de talento inversamente proporcional a la espectacularidad de su cuerpo que tras lograr el papel de la princesa en la desgraciada Piratas de Roman Polanski y ser la partenaire de Eddie Murphy en El Chico de Oro (The Golden Boy, Daniel Petrie, 1986) se dedicó a vivir la vida loca con amorcillos como Charlie Sheen y Mickey Rourke hasta caer en el olvido hasta hace relativamente poco, donde volvió “al candelabro” tras acusar a Roman Polanski, en pleno culebrón suizo, de lo que pueden imaginarse antes, durante y después del rodaje de la mencionada Piratas. La buena mujer en su “actuación” como la modelo Jenny Cooper lidia como buenamente puede escenas como la de los orgasmos en la bañera o siendo atada por los cables telefónicos en el clímax final, en una pose idónea para protagonizar una portada de revista dedicada al bondage. Lamento informar de que no se la ve nada, salvo un mísero pezón; quien quiera “verla mejor”, que vaya a Google o intente ver Men of War, apreciable vehículo al servicio de un Dolph Lundgren en plan “mercenario con corazoncito” con guión de ¡John Sayles!

Abundan las escenas inolvidables: los planos de la habitación donde se encuentra el ente, de un esteticismo ochentero y fotografía azulada que haría las delicias de los Adrian Lyne y Alan Parker más esteticistas;  los planos subjetivos del teléfono moviéndose poco a poco en el piso de la fotógrafa amiga de la prota, que huelga decir que acabará como el rosario de la aurora; Jenny y su amigo Riccardo (Marcello Modugno, clon de un joven Nicolas Cage) encuentran en el aeropuerto a Irving Klein (William Berger), profesor experto en temas paranormales para que intente dar una solución a todo el embrollo…para que “misteriosamente” le explote el marcapasos en todo el “esplendor gore”; Jenny es acosada en la estación de metro por un violador y salvada por el ente, que lanza al macarra monedazos desde una cabina telefónica. Queda claro que Deodato acompaña al espectador en sus carcajadas y en el cachondeo (véase el epílogo, con una “cabronesca” Lewis sentenciado a su ex novio), pero lo curioso es que gracias a su labor Minaccia d’Amore acaba superando sus deficiencias. Repito, siempre que seamos conscientes de su naturaleza.   



"LOS MERCENARIOS" para Ultramundo


Un mega artículo sobre la película de acción que más ríos de tinta provocó en muchos años. Aparte del comentario crítico donde se reparten alabanzas y palos cuando hay que darlos, tienen un repaso a las circunstancias que rodearon su preparación, rodaje y estreno. Y de propina, un vistazo a "Los Mercenarios 2".

Pónganse negros como Drácula aquí.