La Filmoteca del Terrario

domingo, 24 de julio de 2011

"CHANGELING": Got to get your finest out


En el año 2007 se publicó la autobiografía de un Michael Gordon Oldfield que por aquel entonces estaba enfrascado en la creación de su último álbum (por ahora) Music of the Spheres. La música clásica era lo último que le faltaba por hacer e insinuó una posible retirada del negocio musical, por lo que muchos nos temimos que con este libro y el disco se pusiera la campanada final a su carrera. Parece que no es así: en los últimos años se dedica a remasterizar sus discos ahora que el catálogo de la Virgin Records le vuelve a pertenecer mientras que su mujer Fanny Oldfield realizó unas declaraciones en las que aseguraba que su marido estaba empezando a trabajar en su retiro dorado de las Bahamas en un nuevo álbum de título provisional Telecaster (¿otro álbum conceptual con las guitarras como protagonistas como aquel de esclarecedor título Guitars?). En cualquier caso, con la publicación de Changeling, Oldfield daba carpetazo a una parte de su vida y abría una nueva página para formar una nueva familia con Fanny y dos hijos mientras que en entrevistas futuras se negaba a contestar preguntas que emepezasen con un "¿Why"? (¿Por qué?) al tiempo que se ponía echo un basilisco. Actitud maleducada la del nativo de Reading injustificable...aunque comprensible leyendo el libro.


Justo cuando acabó de publicar Tubular Bells en 1973, Oldfield concedió una entrevista a Melody Maker. Primera pregunta del periodista: "¿Por qué escribió Tubular Bells?". Oldfield se quedó 20 minutos en silencio sin saber qué contestar. El resto de la entrevista continuó por los mismos cauces y mismas preguntas que emepzaban por Why?. Para Oldfield fue muy doloroso que el mundo quisiera saber tantos detalles sobre su vida y obra y decidió no conceder entrevistas jamás de los jamases, perdiendo así la oportunidad de ser el portavoz de una revolución musical heredera del idealismo de los años 60 y de la que muchos críticos y expertos coincidían en señalar a Tubular Bells como su culminación y consagración. Para comprender la reclusión del joven Oldfield, hay que remontarse a su infancia y adolescencia desdichada, con todo tipo de fobias desarrollándose y con su familia haciendose pedazos, sobre todo a raíz del nacimiento de un hermano con síndrome de Down que falleció prematuramente, a raíz de lo cual su madre Maureen acabó adicta al alcohol y barbituricos. El único refugio para Oldfield era su pasión por la música, con la que tocando temas folks en pubs obtuvo aplausos y reconocimiento del público. No tardaría en abandonar la escuela para formar con su hermana Sally el dúo Sallyangie, con el que grabaron el disco Children of the Sun allá por 1968. Por cierto, que en esa época Oldfield conoció al mismísimo Mick Jagger debido a que su novia Marianne Faithfull era íntima amiga de Sally. El dúo no duró mucho y Oldfield se unió al sinpar Kevin Ayers y su Whole World Band como bajista. Allí trabó amistad con el teclista David Bedford, figura esencial en los primeros tiempos Oldfieldianos.


En los ratos libres que sus ocupaciones con la banda le permitían, Oldfield se concentraba en hacer su propia música. Cuando puso la demo de lo que luego sería Tubular Bells a sus compañeros de banda, la reacción fue negativa con la excepción de Bedford. La llevó a un buen número de casas discográficas pero la respuesta era la misma: no era "material comercial". Hasta llamó al legendario John Peel para ver si la podía emitir en su programa, pero la demo nunca llegó a la emisora. Oldfield llegó a pensar a irse a vivir a la Unión Soviética al tiempo que trabajaba como bajista en las representaciones del musical Hair en Londres y era músico de sesión para Arthur Louis en The Manor, un estudio de grabación montado en una mansión en pleno campo. Pero en esas grabaciones con Louis es cuando conoce a los ingenieros Simon Heyworth y Tom Newman, quienes escuchan la demo y quedan encantados. Oldfield les pregunta si podría grabar en The Manor y los ingenieros le contestan que primero deben hablar con el propietario, un tal Richard Branson. Mandan la demo a sus oficinas y Branson queda para una reunión con Oldfield donde le pregunta qué es lo que necesita para empezar a grabar. Oldfield facilita la lista de instrumentos y material técnico a Branson y éste le concede una semana para que empiece a grabar la primera parte de su música.


Como el libro explica al detalle la grabación de Tubular Bells y hay un montón de páginas web dedicadas al tema, nos limitaremos a decir que entre los títulos que se barajaron estaban los de Opus One y Breakfast in Bed y que todas las compañías discográficas a las que se ofreció el disco lo rechazaron. Branson tuvo la idea de ser él mismo quien distribuyera el disco creando Virgin Records a tal efecto. Branson sugiere (por no decir que obligó) a Oldfield que el disco debería interpretarse en directo, por lo que organiza una función en el Queen Elizabeth Hall. Un Oldfield con sus fobias e inseguridades a cuestas exige a cambio el Bentley de Branson, a lo que el barbudo tycoon accede. Mick Jagger en el backstage es el encargado de animar a un aterrorizado Mike y el concierto se desarrolla sin problemas, pero con un Oldfield descontento, según él, por cuán diferente y peor sonaba Tubular Bells en directo en contraste con su versión en estudio. La experiencia lo volvió peor de lo que ya estaba. Al mismo tiempo, Mike firma un contrato leonino con la Virgin que lo ata para 10 discos y muy pocos royalities a cambio. Branson se había convertido en una especie de figura paterna y tenía miedo de perderla. Comenzaron a llegar las primeras críticas entusiastas al disco y las ventas comenzaron a aumentar poco a poco. El boom definitvo llega cuando un William Friedkin que acababa de despedir de malas maneras a Lalo Schifrin durante la post-producción de El Exorcista (The Exorcist, 1973) empieza a poner un disco tras otro mientras ve en la moviola las imágenes de su película. Pone en el tocadiscos el Tubular y suenan los famosos compases de piano. Una nana para Regan al tiempo que una música misteriosa que va como anillo al dedo para la cinta. Llamada de la Warner a las oficinas de la Virgin para pedir permiso para usar la música y un Branson oliéndose dinero fresco lo concede sin consultar antes a Mike. El Exorcista se convierte en una de las películas más taquilleras de todos los tiempos y el fenómeno Tubular explota en todo el mundo. Cuando Oldfield vio la película muchos años después, rió a carcajadas.


Para pocas carcajadas estaba en 1974 con su madre de mal en peor y distanciado con su padre. Se retiró a la campiña inglesa y fue presionado por Branson para que hiciera otro disco y rápido. De mala gana se pone a grabar Hergest Ridge, inspirado por el cerro y ambiente bucólico en que se encontraba. Fue número 1 en las listas de U.K. durante tres semanas y apeado del primer puesto por...Tubular Bells, convirtiéndose así en el tercer artista en ser "derrotado" de esta manera tras Bob Dylan y The Beatles. Un Oldfield peligrosamente adicto al alcohol exige tener su propio estudio en su nueva casa y Virgin le da todo lo que le pide para empezar a grabar Ommadawn. Al contrario que con Hergest, Oldfield está pletórico de ideas y graba en euforia hasta que su hermana Sally le comunica el fallecimiento de su madre. Hundido, graba el apoteósico final de la primera parte del disco. El resto de la grabación, con Paddy Moloney de artista invitado, transcurre tranquilamente y Ommadawn es otro éxito, aunque menor que el de los dos discos anteriores. Oldfield se dedica durante una buena temporada a malgastar su fortuna en caprichos caros y en aislarse del mundo exterior. El furor punk se adueña del país y los músicos como Oldfield son considerados "dinosaurios" y ridiculizados en la prensa. Todo esto le pilla por sorpresa mientras Virgin cambia de mentalidad empresarial, se olvida de los "artistas alternativos" y empieza a fichar grupos punks, sobre todo a los Sex Pistols. Una delegación de la compañía se dirige a la mansión de Oldfield a escuchar los primeros 20 minutos de su nueva obra Incantations y deciden que Oldfield es historia. Nadie querrá ya escuchar esa música "pasada de moda".


Oldfield oye hablar de unos seminarios que imparte un tal Robert D'aubigny basados en la exégesis que piensa que le servirán para superar sus fobias y ataques de pánico. Se presenta en un hotel habilitado para el seminario con la identidad falsa de "Mick" y durante tres días se "cura", con una recreación literal de su nacimiento doloroso que es donde él cree que vienen sus problemas. Parece que, como el Alex de Large de La Naranja Mecánica (A Clockwork Orange, Stanley Kubrick, 1971), estaba "cured all right". Con su mentalidad cambiada y tras finalizar Incantations concede entrevistas, se lanza a su primera gira europea con una orquesta al completo incluida, toma clases de pilotaje de avionetas y hasta posa desnudo en una revista. Oldfield volaba en una nube de la que bajó cuando se quedó en números rojos tras la cara gira. Una ruina a la que puso fin con el lanzamiento del doble álbum en directo Exposed y comenzando a publicar música más a la moda de finales de los 70. Por ejemplo el single discotequero Guilty, que nadie se esperaba y donde colaboró Steve Winwood. En discos como Platinum y QE2 pediría ayuda constante a los músicos de sesión y a productores al quedarse sin ideas. Un accidentado viaje en avión por los Pirineos en plena tormenta durante la gira del QE2 le da la inspiración para Five Miles Out. Poco después con la ayuda del batería y productor Simon Phillips comienza a grabar lo que sería el Moonlight Shadow en una ardua tarea de grabación donde todo el mundo estaba en el lugar y momento adecuado. Éxito inmenso en toda Europa, incluso en U.K. Tras renegociar aquel contrato férreo con una mejora de los royalities y dando a Virgin tres discos más, Richard Branson le pide que sus discos posteriores sean como el exitoso Crises con profusión de canciones, pero el éxito de Moonlight Shadow no se repitió. Las relaciones con la compañía eran inexistentes y, con la excepción de su banda sonora para Los Gritos del Silencio (The Killng Fields, Roland Joffé, 1984) y el Amarok de 1990, no consigue trabajar con plena libertad. Antes la negativa de llamar a Amarok el más comercial Tubular Bells II, Virgin se niega a promocionar el disco. La libertad llegaría en 1991 (Mike lloró la Nochevieja de 1990 sintiéndose libre) con la publicación del Heaven's Open, que como el fan sabe culminaba con un "fuck off".


Asociándose con Trevor Horn en labores de producción, Oldfield graba en Los Angeles Tubular Bells II para su nueva compañía Warner. Huelga decir que Mike saboreó de nuevo las mieles del éxito...y que no volvería a repetirse. Entre discos que pasan desapercibidos, una estancia en Ibiza de la que pasa por puntillas los motivos de su abandono de la isla (excesos con las drogas e incidentes varios), un macroconcierto en Berlín para celebrar la llegada del nuevo milenio en donde un eufórico Mike toca para cientos de miles de alegres alemanes en un hecho que en los 70 sería incapaz de hacer, experimentos con la realidad virtual y videojuegos, regrabaciones innecesarias de su primer disco y la consecución de su ansiada felicidad con su nueva familia mientras lamenta la degradación de la cultura en general y de la música en particular ponen punto final a una autobiografía escrita con la ayuda de Jon Collins (se utilizó la clásica formula de extensa entrevista y narración novelada de las respuestas). Hay que advertir que su núcleo principal son los primeros años de Oldfield y la grabación de sus primeros cuatro discos, las llamadas "opus". A partir de Incantations, Oldfield se detiene muy poco (con la excepción de Moonlight Shadow y un poquito la grabación de The Killing Fields) en su discografía posterior tratándola casi de pasada (al igual que con sus relaciones sentimentales y sus hijos, a los que ni siquiera pone nombre en el libro para preservar su intimidad), poniéndo más énfasis en aspectos de su personalidad y vida privada, como su consumo de LSD en su juventud que le valió un buen susto, opiniones sobre la psiquiatría y su fallida aventura a la hora de crear una fundación para personas que no podían pagarse tratamientos psiquiátricos, sus andanzas en la avioneta, la vez que fue poseedor de un león teniendo posibilidades de ser devorado y un muy divertido viaje en globo con Richard Branson. Un libro que sirve como complemento para quien quiera saber más sobre el incomprendido Oldfield, pero que en absoluto es el libro definitivo sobre su figura. Libro que aún está por escribirse.




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