La Filmoteca del Terrario

lunes, 28 de febrero de 2011

"LA MUJER EN LA LUNA": Para el espíritu humano no existe el NUNCA; a lo sumo un TODAVÍA NO



En 1929, Fritz Lang decidió poner fin a su etapa muda con otra excursión a la ciencia-ficción, el género que cambió para siempre con Metrópolis (1927). Sin embargo, aunque hoy en día sea considerada todo un clásico del cine, en su momento fue un batacazo en taquilla. Esto no desanimó a Lang a la hora de adaptar la novela de su por aquel entonces esposa Thea Von Harbou sobre el primer e hipotético viaje a la luna, una novela de fantasía pero con elementos del thriller y el cine de espías que ya cultivase con sus películas sobre el Dr. Mabuse o Spione (1928). De nuevo contando con un presupuesto holgado y con deseos de realizar la primera película que plantease un viaje al espacio "hecho en serio" (se habían hecho cosas como el Viaje a la Luna, 1902, o el clásico ruso Aelita, 1924, pero eran películas más destinadas a la fantasía pura y dura), Lang se asesoró de los más eminentes científicos alemanes de la época para asegurarse el máximo realismo posible cuando se explicaban teorías científicas en el guión y a la hora de construir los decorados que reproducirían el interior de un cohete. Fueron estos científicos quienes le aconsejaron que incluyese en la película la ya típica "cuenta atrás" a la hora de rodar el despegue del cohete. Fue la primera vez en la historia que se pudo ver este artefacto dramático, usado en años posteriores para despegues de cohetes de verdad. Cuando se estrenó en 1929, fue otro fracaso como Metrópolis y Lang desistió durante una buena temporada de seguir lidiando con la ciencia-ficción, aunque ya asentado en USA en los años 50 y en plena fiebre de  la ciencia ficción presentaría otros proyectos parecidos a los estudios, sin éxito. La cinta fue tan realista a la hora de lidiar con sus aspectos científicos que un fan austríaco de Fritz Lang (cuyo peinado, no por casualidad, es copiado por el villano de la función) la retiró de la circulación al considerar que revelaba importantes secretos de estado en lo que concernía a la fabricación de los famosos cohetes V1 y V2. Hoy en día. al contrario que las aventuras de Fredersen y María, La Mujer en la Luna quedó en un olvido generalizado, estando en la actualidad considerada como "un Lang menor" y siendo reivindicada por poca gente.

La Mujer en la Luna tiene dos partes muy diferenciadas en sus 162 minutos. En su primera mitad nos encontramos ante un thriller de espionaje puro y duro donde conocemos a Wolf Helius (Willy Fritsch) jefe de una compañía industrial y discípulo del Profesor Manfredt (Klaus Pohl), un sabio despreciado por sus colegas cuando, 30 años atrás, expuso sus teorías sobre la existencia de oro en la Luna . Helius está decidido a viajar a la Luna con la ayuda de los diseños del profesor y de su amigo el ingeniero Windegger (Gustav von  Wangenheim; también Hutter/Harker en el Nosferatu de Murnau, 1922), prometido con Frieda (Gerda Maurus), objeto de los deseos del protagonista. Entra en acción el villano Turner (Fritz Rasp), contratado por cinco poderosos industriales interesados por el oro que hay en la Luna que resulta ser un maestro del disfraz que oculta su identidad con sólo cambiar de peinado y ponerse unas gafas. Éste roba los planos del profesor con la ayuda de su compinche con peinado "louisebrooksiano" disfrazada como florista y chantajea a Helius: O acepta que vaya con los cuatro miembros de la expedición lunar en el temerario viaje o destruirá el cohete y la factoría de Helius. Helius no tiene más remedio que aceptar. Hasta aquí hemos presenciado una trama de ritmo más bien lento con muchos minutos perfectamente sobrantes pero animada con los flashbacks que introduce Lang (la fallida conferencia de Manfredt a sus colegas allá por 1896), cómo se las arregla Turner para cambiar de aspecto gracias a un cambio de peinado, gafas y la magia del montaje y la animación  acompañada por fotografías y dibujos que visionan los industriales avariciosos que explica los hallazgos e investigaciones realizadas en la órbita lunar.


Es a partir del despegue de la nave cuando la película comienza a "elevarse" (nunca mejor dicho). Para la secuencia de la cuenta atrás y el despegue se utilizaron maquetas y miniaturas muy efectivas para la época, combinadas con planos de una multitud enardecida por el primer viaje a la luna de la historia, con los speakers de radio poniendo más emoción al despegue y con las cámaras de cine filmándolo todo (Lang ya sabía del poder de los medios de comunicación por aquel entonces). Estas escenas llegan a su cenit con la ya famosa "cuenta atrás", con los rostros en tensión de los actores y la maña de los efectos especiales, todo ello combinado con la maestría de Lang con las imágenes y el montaje. Y a partir del aterrizaje en la Luna, es cuando el espectador debe abandonar su sentido común y conocimientos sobre el espacio cuando contemplamos a un grupo de personas paseándose por la luna sin traje ni casco y respirando tranquilamente. Ahí es cuando Lang tira de la fantasía y el pulp, presente con los cómics que lee el niño polizón Gustav (Gustl Gstettenbaur) y cuando la cinta resulta más entretenida, con efectos especiales logrados como la falta de gravedad que afectará a Gustav o decorados brillantes como la recreación de la Luna con sus dunas y cráteres.



Aparte del romanticismo fou propio del cine de la época con el triángulo amoroso entre Helius, Frieda y Windegger, nos podemos encontrar con sentimientos más comunes como la avaricia o la locura, como cuando el profesor Manfredt, armado con una varita de zahorí (¡) buscando agua en la Luna, siente la "quimera del oro" de la que hablaba Chaplin y "recibe su llamada" mediante imaginativos intertitulos animados y a partir de ahí se desencadenan los acontecimientos que desembocarán en unos planos finales que, tras seguir una trama folletinesca, una lección acelerada de física y ciencia de los años 20, asistir al despegue por excelencia de esa década y a un espectáculo de efectos especiales y trucos ópticos, acabarán por ser los que muy probablemente perduren en el espectador.


La Mujer en la Luna está editada por Divisa en su muy recomendable colección de "Orígenes del cine". Los extras incluyen el material ya conocido por los compradores de la colección: Textos, fotografías y carteles. De las diferentes ediciones en el extranjero, la editada por Eureka en "Masters of Cinema" tiene mejor calidad de imagen y un documental de 14 minutos.


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