La Filmoteca del Terrario

viernes, 14 de octubre de 2011

Louise Brooks: Lulu on the Tightrope (3): Pandora por Europa


Pese al fracaso de La Caja de Pandora, Pabst y Brooks volvieron a colaborar en Tres Páginas de un Diario, adaptación de una novela polémica de Margarete Böhme en una trama en la que Brooks interpreta a Thymian Henning, la hija de un acaudalado farmacéutico que es seducida por su ayudante (Fritz Rasp, visto en Metrópolis y La Mujer en la Luna, ambas de Fritz Lang) y del cual tendrá un hijo no deseado. Como se niega a casarse, es expulsada de su hogar y enviada a un reformatorio femenino. En este momento del relato no debe faltar una directora de reformatorio rígida y malvada ni un ayudante bruto y malote. Con la ayuda de otra interna logra fugarse y, entre otras cosas, habrá reencuentro con papá (no así con su hijo), la Brooks hará gala de sus dotes para el baile en un burdel de lujo y se enamorará de un conde desheredado.

Como pueden ver, todo un argumento de telenovela mala elevado a los altares por Pabst y, sobre todo, su protagonista. Pabst sorprende a los espectadores de la época (y a los de la actual) tratando temas como la hipocresía de la sociedad y el sexo con franqueza insólita. Y, otra vez más, Brooks hace una gran interpretación con su naturalidad alejada de histrionismos propios de sus actrices contemporáneas. No hay duda de que la cámara la amaba y viceversa. Muy probablemente con otra actriz hubiera sido un film menos redondo. Quizás algún que otro personaje sea excesivamente caricaturesco (el ayudante calvo, alto y fornido del reformatorio) pero no deja de ser un mal menor.La película sufrió muchos recortes de censura, fue otro fracaso y Pabst y Brooks acabaron su legendaria colaboración mutua. Aunque esto no fue del todo cierto.


Precisamente Pabst volvió a ofrecer a la actriz una historia hecha a su medida. En este caso la de Lucienne, una tipista francesa que decide presentar sus fotos al certamen de Miss Francia resultando ganadora y poco después presentándose a Miss Europa, en un certamen que se celebrará ni más ni menos que en San Sebastián. El codiciado título de Miss Europa acabará siendo suyo, cosa que no causará ni pizca de gracia a su celosón novio, que en cuanto la encuentra le pide que vuelva a su lado en Francia. La Brooks después de dudar, acepta volver con el pobre diablo para recibir poco tiempo después una oferta para currar en el cine y ser una estrella del celuloide.A partir de ahí comienza la tragedia. Aparte de Pabst, otro célebre realizador que metió mano al guión de Prix de Beauté (1930) fue René Clair, al que se le ofreció la dirección de la cinta para rechazarla, siendole ofrecida la silla de director al italiano Augusto Gennina. Éste contaría años más tarde en sus memorias que la afición por la botella de Brooks puso las cosas difíciles en el set de rodaje, siendo necesario llevarla literalmente a rastro al plató para rodar a sus escenas. Añadió, además, que de no ser por esos problemas se habría convertido en la actriz definitiva. La cinta en un principio se concibió como muda, pero con el auge del sonoro en Francia se decidió llevarla a unos estudios de doblaje para grabar diálogos. Decisión desacertada, porque el doblaje es chapucero y los diálogos en francés no encajan en absoluto con los interpretes. Es mucho más adecuado verla con subtítulos y el audio en mute.
 
Otra de las pegas que se le puede poner es que la historia es predecible al 100 por 100. Pero no se preocupen: Merece la pena ver la hora y media que dura la película sólo por Brooks. La labor de Genina tras la cámara es correcta y alcanza su plenitud con el comienzo en la playa francesa donde en clave documental vemos estampas cotidianas de una ciudad playera cualquiera y donde la Brooks se mueve como pez en el agua tonteando con otros hombres para disgusto de su novio (Georges Chalia, adecuado y con un rostro impresionista que le va perfecto a su papel). Todo esto con un montaje de imágenes más acelerado de lo habitual y una cámara inquieta. El director de fotografía es otro nombre conocido: Rudolph Maté, que vuelve a hacer un gran trabajo. Pero el motivo por el que se recordará Prix de Beauté es por su final, que destripo a continuación: Brooksie está en la oscuridad de la sala de cine viendo sus primeras pruebas de cámara. Hasta el cine la ha seguido su novio paranoico y celoso perdido con un revólver. Consigue colarse en la sala. Ahí ve a Brooks contemplando fascinada su propia imagen en la pantalla al lado de un rico pretendiente. El novio aprieta el gatillo. Brooks es herida de muerte y no tarda en expirar ante la mirada desesperada del pretendiente. La película sigue proyéctandose en el cine, quedando la desdichada inmortalizada para siempre en la pantalla.

Historia del cine. El próximo post, la decadencia y resurrección.

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