Pongo punto final a "El Terrario" para iniciar una nueva aventura bloguera, "TEATRO DE LA OSCURIDAD", que confío pueda actualizar más que éste terrario languideciente. Allí les espero.
No es que "Ultramundo" se encuentre agonizando, sino que ése es el título del cortometraje dirigido por Marta Génova. Uno iba con miedos justificados, pero para mi sorpresa es un buen corto español de temática zombie.
El héroe de naturaleza dual en sus mejores tiempos. "Subway" de Luc Besson.
Para esta sesión doble, contamos con una de mis confesadas debilidades, ya sea protagonizando cochambrosas series B, apareciendo en estimables películas de "arte y ensayo" (porque sí, trabajó con Marco Ferreri, Claire Denis o Agnieszka Holland) o en notables películas de género. Llegada ya una edad donde no está ya para muchos "Inmortales" y disfrutando de una segunda juventud en lo personal con su noviazgo con Sophie Marceau, el bueno de Christopher Lambert es un nombre que a la mayoría le inspira terrores en vista de los numerosos bodrios que adornaron su presencia pero que a poco que uno rasque en su filmografía va encontrando películas estimables como Subway de Luc Besson (mi Besson favorito, dicho sea de paso), El Siciliano de Michael Cimino, Conspiración para Matar a un Cura de la ya mentada Holland, Nirvana de Gabriele Salvatores o, por qué no, esa Resurrección de su amigo Russell Mulcahy que asumiendo su naturaleza como plagio del Seven de David Fincher caba siendo la cinta más entretenida y demencialmente desvergonzada sobre "psicópata en serie". Aquí se comentan brevemente dos películas de la década de los 90 que, aun con sus fallos y momentos para la carcajada involuntaria, merecen que se les eche un vistazo.
Para cuando el bueno de Christopher
Lambert comenzó a rodar la cinta que nos ocupa, su carrera andaba
bastante maltrecha. Rechazar El Gran Azul para rodar El
Siciliano con Michael Cimino le pareció una buena idea y así le fue con
críticos y taquilla. Ser rechazado para encarnar a James Bond por aquello de
que un francés con acento encarnando a un símbolo british sería
demasiado para los ingleses tampoco ayudó en mucho a Lambert. Que sus cintas
posteriores fueran muy mal de público y que su tabla de salvación pasase por
hacer la tan solicitada secuela de Los Inmortales
señalaba que quizás la gente no quería verlo en películas de autor, sino en
fantasías de ciencia-ficción. Lo malo de verdad vino cuando los productores
quitaron el control de la secuela a Russell Mulcahy alegando
problemas de financiación y estropearon la película cosa mala. Así que a
Lambert se le enciende la bombilla y piensa en producir e interpretar una de
suspense y asesinos en serie en una época propicia para ello (principios de los
90, cuando Hannibal
Lectermandaba en las
taquillas). Llevando consigo a su esposa por aquel entonces Diane Lane
y fichando al resultón artesano de thrillers Carl Schenkel
para mover la cámara, Lambert se apuntó un éxito moderado en Europa pero no así
en USA, donde a excepción de Greystoke nunca terminó de
triunfar.
Empecemos diciendo que lo mejor de Jaque
al Asesino es ese delicioso prólogo over the top en
blanco y negro expresionista acompañado por los sintetizadores de la gran Anne
Dudley donde vemos el origen del psychokiller en cuestión, un
Damien en potencia que será el encargado ya de adulto de jugar una muy
peculiar partida de ajedrez con el ajedrecista Lambert en la que en vez de
peones utilizará a chicas de buen ver las cuales asesinará y "dejará
arregladas" de la misma manera. Schenkel debió de llevarse al lugar
de rodaje un buen puñado de giallos italianos, porque se nota la
influencia de estos en detalles como el de ver sólo los guantes negros del
asesino o el utilizar pistas y sospechosos falsos. Aunque lo que no utilizó es
la fotografía colorista y chillona de estos, sino oscura y tenebrista como buen
centroeuropeo que era, con la ayuda del operador Dietrich Lohmann.
Quien brilla en el reparto sin mucho esfuerzo es Lane, como siempre robaescenas
y atractiva y que seguro que se lo pasó muy bien rodando la escena de cama con
su marido por aquel entonces. Lambert y Tom Skerritt como
detective cumplen sin más...y nos queda el rey de la función. Ni más ni menos
que el mejor hermano Baldwin de la historia y desde ya uno de
los iconos del Terrario: El bueno de Daniel, encarnando aquí
al detective berzotas que la tiene jurada con Lambert y que nos regala más de
un momento glorioso, como cuando empotra contra un cristal a Lambert y lo
apunta con una pistola ante los gritos del estrábico francés. Huelga decir que
su expresión atontolinada (por requisitos del guión) es la misma durante todo
el metraje, que no es poco con su climax alargado en una noche de tormenta muy
de "manual de tópicos de guionista novato".
Lástima que sin que pasen muchos minutos de
película uno se huela quien es el asesino. Pecata minuta para un
divertido thriller que Schenkel no debió tomarse muy en serio. Y Lambert puede
que tampoco del todo, a juzgar por lo mucho que usa su arma favorita de
interpretación: Esa sonrisa entre amable e irónica que crea complicidad entre
los que nos cae bien.
Todo hombre de bien sueña en algún momento de su
existencia con pegarse unas buenas vacaciones en Japón. O bien anda usted
forrado de dinero o bien es usted un actor con cierto éxito y con un poco de
suerte le llega a través de su agente un guión ambientado allá donde el llorado
Tino Casal decía que "el dragón se ahogó en un mar de
polución". Al bueno de Lambert le ofrecieron una historia en la que
se enfrentaría con ninjas y no dudó en decir que sí. Sobre todo cuando vio que
iba a tener que luchar menos de los previsto. Toda una rareza en una época como
fue la de mediados de los 90 donde las cintas de ninjas en Hollywood ya habían
pasado a mejor vida en las estanterías de videoclubs.
En un comienzo no muy alejado de “Lost in
Translation”, vemos a un solitario hombre de negocios tomando una copa en un
bar donde conoce a Joan Chen. Tras una buena sesión de
gimnasia en el jacuzzi, llegan tres ninjas liderados por un John Lone ya acostumbrado en aquella
época a ser el malo oriental oficial de Hollywood junto con Cary Hiroyuki Tagawa
y proceden a decapitar a Chen. Lambert ve la cara al jefe, cosa mala porque
nadie que ve su rostro vive para contarlo. Un "churikenazo"
y nuestro Lambert sigue vivo de milagro y protegido por Takeda (Yoshio Harada, el mejor
de la función), quien tiene cuentas pendientes con el jefe. El
resto del film se lo pueden imaginar, entre huidas, muertes con flechas y
katanazos, rencillas antiguas entre samuráis, la clásica sonrisa irónica de
Lambert (menos utilizada que de costumbre) y un hombre de negocios que con
cuatro lecciones de manejo de la katana se convierte en un guerrero más que
aceptable.
Algo que llama la atención es la escasa
participación de Lambert en las escenas de acción, donde se limita a escapar de
los malos y a participar más bien poco en las peleas, que corren a cargo de Takeda
y su troupe y en donde uno no puede dejar de reseñar la que acontece en el tren
bala, correctamente filmada y con muertes por doquier de inocentes, borbotones
de sangre y una ambigüedad en Takeda que se desvela un poco más tarde.
El director y guionista J.F. Lawton (firmante de Pretty
Woman y Alerta Máxima) prefiere dar mayor
protagonismo a los secundarios japoneses antes que a un Lambert correcto y casi
convidado de piedra durante toda la cinta. Lástima que decidiera que sería
buena idea que el protagonista volviera a empuñar una espada como si de una
nueva entrega de “Los Inmortales” se tratase y la verosimilitud con la que llevaba la
historia la mande gloriosamente a hacer gárgaras en un final que hubiera
firmado gustosamente el mismísimo Bruno Mattei. Cosas de
depender de una estrella. Un apropiado score del grupo Kodô,
diálogos divertidamente tópicos (la conversación entre Joan Chen y un como
siempre estupendo John Lone/Kinjo), Lambert haciendo
el numerito en un salón de juegos, "nooooos" al más puro
estilo Van Damme y flashbacks "de arte y ensayo"
complementan un entretenido thriller que clamaba ser producido por Golan/Globus
a comienzos de los años 80.
Con bastante retraso, pero enlazo por aquí una reseña del mes de julio ocupándose de "La Carretera", la adaptación de la novela de Cormac McCarthy protagonizada por Viggo Mortensen. De más reciente hornada es mi comentario sobre el "J. Edgar" de Clint Eastwood, que con tanta indiferencia fue acogida...y de modo injusto.
Probablemente sea la película sobre la que más se ha escrito en la historia del cine, por lo que poco puedo aportar yo, salvo mi experiencia personal con la misma, mis momentos favoritos y la sección de curiosidades. Fernando Cuesta se ocupa del "cómo se hizo".
Para ver la disección al Ciudadano Welles, hagan clic AQUÍ.